Igual que los novios y los clientes: la felicidad llega, no por perseguirla insistentemente, sino como consecuencia de saber amar; conocer nuestra misión y vivirla.
Quizás hayas escuchado del Dr. Robert Waldinger. Él es director, en Harvard, del estudio sobre la felicidad más grande y largo en la historia de la humanidad. Este estudio ha seguido por más de 80 años a cientos de personas de todos los géneros, edades y condiciones, buscando patrones que nos permitan identificar qué es lo que hace que las personas sean felices.
Sorpresivamente (o quizás no tanto), los resultados -que fueron publicados tras 7 décadas de estudio nos muestran cuáles son realmente los elementos principales para lograr la felicidad:
El primero (y por mucho): la conexión humana. Las personas más felices son aquellas que aman mucho, y que mantienen relaciones sanas y cercanas con las personas que importan: su pareja, su familia, sus amigos.
En su libro La Buena Vida, el Dr. Waldinger se dice sorprendido, pues “por fin, tras siglos de trabajo y estudio, la ciencia moderna comienza a “descubrir” lo que los sabios nos han dicho desde hace milenios”: que el dinero, el poder y las posesiones no nos hacen felices, sino el amor y la conexión.
Pero no hay que olvidar que, como dice Aristóteles, el amor no es solo un sentimiento, sino ante todo, una decisión. Y ante esto, podemos decir que es la decisión más importante de tu vida: decidir amar… a quién amar… y cómo amar. Elegir bien a nuestro acompañante de vida, con quién formar una familia; elegir a nuestros amigos, socios y colegas. No en virtud de los retornos de inversión… sino en virtud de los retornos en sentido, propósito y felicidad. Y una vez elegido… comprometernos en cuerpo y alma para quienes debemos, para los demás.
El segundo elemento en la lista de Harvard es... tener y hacer aquello que nos llena de sentido y propósito. Las personas más felices trabajan para descubrir su vocación (que se esconde en nuestros talentos y pasiones), y la convierten en su misión que da forma a su proyecto de vida.
Todos tenemos talentos y capacidades que podemos dirigir conscientemente hacia la misión que tenemos en la vida. También podemos perseguir bienes pasajeros, placeres inmediatos o desperdiciarlos por completo. O podemos hacernos conscientes de que nada en nuestra vida está exento de un ingrediente trascendente. Es decir, no nacemos para nosotros (¡pequeño cosmos sería!)… sino para algo o alguien más grande que nosotros.
Y si tú quieres, como lo imagino, encontrar la felicidad, entonces empieza por descubrir tu misión y compartirla con aquellos que amas.
Por último, el tercer elemento en la lista de Harvard es… cuidarte a ti mismo. Las personas felices respetan su cuerpo, su mente y espíritu, y se esfuerzan en mantenerlos sanos, pues saben que sólo este tiempo y sólo este cuerpo tenemos para lograr todo lo que hemos dicho en los primeros dos puntos.
Como todas las decisiones importantes de la vida… o la tomas tú o alguien más lo hará por ti. Y cuanto antes, mejor.
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